Historia

Los orígenes de la Real Hermandad de Nuestro Jesús Nazareno se pierden en la memoria de los tiempos; si bien las primeras Ordenanzas que se conservan en el archivo de esta Real Hermandad datan del año 1759. El 22 de agosto de dicho año los hermanos se reúnen en la sala de juntas ubicada en el Convento de la Santísima Trinidad de Calzados, Redención de Cautivos, extramuros de la villa, para el «acierto en el nuevo establecimiento de las Ordenanzas que se dirán al buen gobierno de la hermandad obsequio y culto de la Santa Imagen de Nuestro Señor que se imprimió en el lienzo llamada Verónica».

Son 27 los artículos u ‘ordenanzas’ los que forman esta importante fuente histórica en la que se detallan los cultos y procesiones de la Real Hermandad, los derechos y deberes de los hermanos, y otros datos de interés.

Otro documento de valor histórico para esta Real Hermandad son las Ordenanzas aprobadas por el Real y Supremo Consejo de Castilla el 29 de mayo de 1795, ratificadas por Carlos IV.

En esta época la imagen de la Santa Mujer Verónica se encontraba aún en el Convento de los Padres Trinitarios Descalzos y la Real Hermandad tenía entre sus fines «por la mayor honra de Dios» rendirle debidos cultos, especialmente con la asistencia de sus hermanos a la procesión del Viernes Santo. Los hermanos debían ser varones, menores de 50 años o cristianos viejos.

Será en el año 1863 con la fusión de las hermandades de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Santa Mujer Verónica cuando la hermandad adquiera el título de ‘Socorro’, encontrándose ya ambas imágenes en la Iglesia de Santiago Apóstol a consecuencia, en el caso de la Santa Mujer Verónica, de la marcha de los monjes trinitarios de la ciudad tras la desamortización de Mendizábal.

En estos años su nuevo fin es «facilitar auxilios espirituales y temporales en la necesidad y enfermedad de sus cofrades», así se recoge en las Ordenanzas sancionadas por la Reina Isabel II en el año 1863. Los hermanos tenían la obligación de ayudarse en situaciones de necesidad de forma que lo primero que tenía que hacer un cofrade al incorporase a la Real Hermandad era contribuir con lo que se denominaba una limosna de entrada de setenta reales.

Además, se realizaban visitas a los enfermos, se socorría a las viudas de los hermanos, e incluso se asistía a los hermanos que por una u otra causa cayeran presos. Y por supuesto, la obligación de todos sus miembros de acudir a la procesión del Viernes Santo llevando velas encendidas y guardando un estricto orden de antigüedad. De tal importancia era la asistencia a la procesión que las normas de la época recogen que aquel hermano que se ausentara sin justificación debería afrontar el pago de ocho reales.

Con el paso de los años, la Real Hermandad ha ido adaptándose a los cambios de nuestra sociedad, incorporando a la mujer como miembro de pleno derecho. A mediados del siglo XX los hermanos deciden llevar a cabo diferentes mejoras en el patrimonio de la Real Hermandad, con la adquisición, por ejemplo, del nuevo paso procesional para Nuestro Padre Jesús Nazareno; una obra de madera tallada y dorada por el escultor talaverano Víctor González Gil, restaurado recientemente por el también escultor local Alberto Paniagua.

En 2006 la Real Hermandad incorpora a María Santísima de la Esperanza Nazarena. Una imagen de candelero que procesionaría por vez primera el Domingo de Ramos de 2007 hasta la Basílica de Nuestra Señora la Virgen del Prado, patrona de Talavera de la Reina, en el homenaje de las cofradías al cumplirse 50 años de la coronación de la Reina y Madre de la ciudad.